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Reflexiones en tiempos de pandemia


El efecto del virus Covid 19, constituye hoy nuestro presente colectivo y nadie podría dudar sobre la multiplicidad de aspectos que ha involucrado y principalmente, su efecto en la salud física y mental en diversas escalas.


Es así como la pandemia ha generado movimientos, posible de observar en lo inmediato y en forma versátil en el medio ambiente natural y en sus distintos subsistemas demandando con ello la flexibilidad y adaptación.


A nivel de mundial, se han generado variadas medidas legislativas, económicas y políticas en torno a la contingencia Covid 19, las que a su vez han provocado efectos en los distintos escenarios culturales, afectando a sus contextos y modos de vivir. Cobran relevancia entonces las herramientas con las que cada uno cuenta como actor social para enfrentar la crisis generada por la pandemia. Los humanos somos seres que funcionan a través de vínculos afectivos y comunicativos, pero que sin lugar a dudas hoy la distancia es un elemento vital, lo que no impide que podamos ocupar otras formas de sentirnos cerca del otro.


En el ámbito laboral, el cambio de sistema presencial a teletrabajo ha sido una de las prácticas más recurrentes para mantener, en la medida de lo posible las funciones. En otros casos, el trabajo que se desarrolla directamente, asociado al riesgo de contagio ha sido sinónimo de estrés. Y finalmente algunas familias que han visto las repercusiones económicas fuertemente, dada la pérdida de fuentes laborales, aumentando en algunos casos los factores de riesgo psicosocial, ligados a trabajos informales y sin contrato. Es posible desde esta perspectiva, percibir cómo el grado de desigualdad socioeconómica de nuestra sociedad quedó aún más al descubierto con un sistema de salud pública que no da abasto, una pobreza implícita mucho más evidente y faltas de oportunidades que aumentan el nivel de incertidumbre. En muchos casos se superponen las tareas laborales con las domésticas y familiares y entonces pareciera que antes de la pandemia podíamos separar nuestras realidades personales y familiares, de las laborales. Y esta experiencias nos demuestra, que al estar en casa no podemos estar implicados al 100% con cada uno de nuestros roles.

Es por eso que me surge esta pregunta, ¿en qué momento nos disociamos? ¿acaso eso generaba mayor productividad, competencia y efectividad?


En el ámbito social, la contingencia ha generado acciones directas en las formas incluso de relacionarnos. La distancia social paradójicamente, ha estimulado la consciencia de los vínculos afectivos y ha repercutido en la valoración, gestión de los tiempos y lo que es de vital relevancia, el concepto de libertad. Es posible percibir en las distintas e innovadoras formas de contacto, la necesidad de recobrar la conversación y de comprobar la permanencia del vínculo. Hay quienes en este espacio de tiempo, han generado mayor conciencia de la soledad y de la valoración del espacio introspectivo.


A nivel individual, en medio de todos estos factores de cambio, el fantasma de lo inesperado, como si alguna vez hubiésemos conquistado las certezas, ha sido sin duda, agotador para algunos. Yo me pregunto: ¿Qué lecciones estamos aprendiendo? ¿Qué rol juega la educación en tiempos de pandemia?


Los/as estudiantes permeables al contexto, perciben la magnitud del problema, probablemente desde el enfoque que se de en cada hogar y la edad que se encuentren. A ellos también les ha tocado generar un giro importante en sus vidas, por un lado, el ser parte de los cambios a nivel familiar, el colegio al cual concurrían a diario ya no funciona de la misma forma, está dentro de sus casas, la socialización y relaciones entre pares ahora sólo son vía pantalla y han debido aprender e integrar una nueva forma de aprendizaje. Incluso muchos han debido reducir sus espacios de esparcimiento, sumado a desequilibrios emocionales con sensibilidades nunca antes vistas.


Es por eso que mi llamado es hacer de esta experiencia un aprendizaje significativo, como se conoce en pedagogía. Los invito a detenerse, reflexionar, dar sentido a la vida, valorar las relaciones humanas más allá de la presión académica o laboral que podamos tener.

Aprender a cuidarnos y cuidar del otro, que por ahora significa tomar conciencia de las medidas sanitarias, que para muchos puede resultar difícil, pero que nos entrega la herramienta más bondadosa que tendremos para volver a retormar el aula.


Esta época nos lleva a lecciones de sobrevivencia, de adaptarnos, de saber que los adolescentes y niños/as están aprendiendo de cómo enfrentan las crisis los adultos. El distanciamiento físico es una profunda cercanía que nos construye en colectivo, VIVAMOS LA OPORTUNIDAD.



Lysselle Faúndes Astudillo, Directora Wunman.

Abril, 2020

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