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Los desafíos de una educación más inclusiva





Equipo directivo Wunman.

Agosto, 2020


El término educación inclusiva surge en el año 1990 en el foro internacional de la UNESCO, en la Conferencia Internacional de Jomtiem (Tailandia, 1990), de la cual se promovió la idea de una educación para todos, dando respuesta a toda la diversidad dentro del sistema de educación formal. Se habla en ese momento también de equidad, de conocer los obstáculos con los que los estudiantes se encuentran para acceder a las oportunidades educativas y de determinar cuáles son los recursos necesarios para superar estos obstáculos.

A partir de ese momento, educación inclusiva adopta algo más que un cambio organizativo en el centro escolar y se convierte en un desafío ético y moral que involucra valores como el respeto a la diversidad, altas expectativas en los estudiantes, solidaridad, responsabilidad compartida y cambios de visiones culturales.

Sin embargo, la educación inclusiva más allá de una mirada basada en actitudes, es también un

derecho y no se negocia y debe asumirse como un compromiso. En este sentido, la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad en su artículo 24 (ONU, 2006), reconoce el derecho de las personas con discapacidad a la educación, asegurando para ellas el acceso a una educación inclusiva de calidad; asegurando que no queden excluidas del sistema general de educación por motivos de discapacidad; asegurando que puedan acceder a una educación, de calidad y en igualdad de condiciones con los demás; asegurando que se hagan ajustes razonables en función de las necesidades individuales entre otros aspectos.


En este contexto, por lo tanto, la labor recae en todos, no sólo en el profesorado en su

formación inicial y luego permanente, sino que también en todos los estamentos que

conforman una institución. Desde la alfabetización de todos los miembros de la comunidad

hasta en nuestra vida cotidiana.

La sociedad de hoy amerita que condenemos prácticas segregadoras y excluyentes,

debido a que día a día, nos consternamos con noticias que podríamos pensar que ya no

suceden. Sin embargo, la discriminación es el peor enemigo para avanzar en un camino

inclusivo, pero el desafío es diario.

Es por eso que te invitamos a trabajar juntos en eliminar barreras, fijarse en las capacidades y potenciarlas; promoviendo una participación mucho más significativa en este proceso.

Finalmente, la respuesta de una educativa inclusiva debe poner el punto de vista en la

colaboración, en la ayuda mutua, debe tejer redes naturales de ayuda que se apoyen en el

vínculo y el cuidado, en el aprendizaje dialógico, en el respeto, en los Derechos Humanos y

en la justicia social.

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